miércoles, abril 18, 2007

Revolucionario con Sacarina



Encontré este comentario en la sección de
"Reportajes" de LUN. Fue escrito por Rafael Gumucio. Lo encontré
digno de ser leído, así que lo transcribo completamente.





“Si Jorge Lizama es el rostro de la nueva violencia urbana, de la delincuencia
y la subversión incontrolable, podemos con justicia vanagloriarnos de ser el
país más tranquilo y pacífico del planeta. ¿Qué puede tener en común Jorge
Lizama con Abigael Guzmán, con Tirofilo Marulanda o con un anónimo piquetero
argentino? ¿Había aguantado el MIR -o Patria Libertad, o el Frente Patriótico
Manuel Rodríguez, o la CNI-
a un violentista tan poco preparado entre sus filas?





Delgado, pálido, con una extraña cresta de enmarañado pelo
crespo y la cara digna de un dibujo animado japonés, Jorge Lizama es de pies a
cabeza una imagen de la fragilidad. Come solo lechugas, se alarma por los
glaciares de Pascua-Lama, lo indignan las hamburgueserías, todas las
autoridades del mundo lo molestan por igual. Mezcla aleatoriamente conceptos de
anarquismo de comienzos de siglo veinte con una con confusión mediática de
comienzos de siglo veintiuno. Nunca sonríe ni levanta la cabeza, sino que se
escuda tímidamente en una prolongada pubertad. Más que una ideología o una
rabia milenaria contra el sistema, son las hormonas lo que parece actuar en
Lizama. Quebrar vidrios de una multinacional de alimentos o lanzarle una piedra
a la jueza Chevesich parecen ser formas de manifestar su disconformidad no con
el mundo, sino consigo mismo.





Lo anterior no quiere decir que Lizama no se
potencialmente peligroso, ¿pero quien no es potencialmente peligroso? ¿Son crímenes
y la violencia en Chile una exclusividad de jóvenes vegetarianos despeinados?
¿No es violenta la cárcel donde ese niño de pocas luces va a aprender que su
estúpido gesto y su irracional rabia son razonables? ¿No son violentas las
bombas lacrimógenas, las horas pasadas arriba de las micros, las bacterias en
el hospital de Talca? ¿No vivimos en una sociedad en que todos pasamos el
tiempo manifestando rabia? ¿Nos molesta la rabia en si o son esas distintas
maneras de manifestarla lo que no toleramos?





Jorge Lizama al menos quiere entender el mundo. Al menos
trata de estar enterado de las cosas y lee el diario, aunque su comprensión de
este se base en las típicas ideas maniqueas de la juventud. Lizama es un
muchacho que tiene ideales altruistas e inocentones. Un niño que tiene un padre
que lo quiere y se preocupa por el, y también una madre que lo dejo de lado. Es
un descontrolado cuando hay gases lacrimógenos y ruido, pero cuando no los hay
se controla perfectamente y les pide perdón a sus tíos de la tele y de la
prensa.





El libertario Lizama es a la subversión lo que Kudai o los
chicos de “Rojo” son al rock. Los medios gozan siguiéndolo y acosándolo
justamente porque ese niño charcón no reviste ningún peligro real. Muestra una versión
Light y edulcorada de la juventud que sale a la calle y destruye postes y se
agarra a patadas con los carabineros. Es fácil castigar a Lizama, porque
estamos seguros de que no recibiremos de el –que es un elemento aislado, sin
grupo ni organización que lo respalde- ningún golpe de vuelta.





La verdadera violencia urbana tiene un rostro menos amable
que el de Jorge Lizama. Surgida en un mundo al que se le ha quitado todo uso de
la palabra, toda posibilidad de expresión, la confusión que habita en el mayor
parte de los manifestantes es menos dulzona y más salvaje e inexpresable que la
del joven que hemos transformado en un símbolo de la rebelión. Entre esos otros
jóvenes y no tan jóvenes que salen a la calle para cualquier evento hay menos
buena voluntad, más organización, más sordera, mas odio.





En la vida de la mayor parte de los encapuchados no hay un
padre que de la cara por ellos, ni una madre que se arrepienta de haberlos
abandonado.





Lizama, si en la cárcel no aprende las malas artes y se
convierte de desorientado en marginal, dejara la militancia y la rabia cuando
una mujer le enseñe la verdadera batalla, que estamos destinados a perder. La
violencia, el ritual de destrucción y autodestrucción mediante el cual nuestra
ciudad se mira al espejo, seguirá adelante sin Lizama. El joven de la mirada
triste y las ideas confusas es solo un accidente, un agradable aperitivo que
nos distrae del problema. Un problema que la prensa y las autoridades nos hemos
empeñado en no entender. Lizama es el rostro amable de una bestia que no
queremos mirar a los ojos, porque tenemos miedo a reconocer nuestro propio
rostro en ella.”







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1 comentario:

Sara dijo...

wuajajajajajaaaaa, excelente gumucio! me rei kleta.

salu2.